Si algo nos enseñó la enseñanza de Jesucristo fue claramente el papel de Salvación y de redención, el sacrificio y el perdón. El verdadero Cristo Salvador surge en el momento en el que el redentor ofrece los pecados de los hijos del hombre al Padre para sublimarles, renunciando a su felicidad, entregándose de manera completa al colectivo, embebiéndose en la pasión de la entrega y el autosacrificio en un intento por mostrar el camino hacia el verdadero amor, haciendo hijos de Dios a los hombres. Mostrándoles su poder oculto a través de un acto psicomágico de gran potencia psicológica para el gran insconsciente colectivo.
Cuando Jesús sostiene la cruz pregunta al Dios ¿Por qué me has abandonado? Y he aquí, el gran conflicto de la rendición neptuniana. ¿se supone que he de sufrir, se supone que la voluntad divina sostiene una carga negativa, y de autosacrificio para mí?
Bueno, está bien, esto es lo que nos han contado. Sostengo el pecado, pero en su momento adecuado también soy capaz de soltarlo, de vez en cuando soy capaz ciertamente de observarlo a la luz de la Rendición Divina, ¡oh sí¡, la verdadera Rendición divina ya se ha rendido al pecado antes de que fueras capaz de preguntarle. Sostiene la gracia divina sólo las voluntades pacíficas, sostiene la voluntad divina sólo las bellas voluntades. La voluntad divina no entiende tu sacrificio, la voluntad divina no necesita tu perdón.La Rendición divina busca que te rindas a la necesidad de este Perdón.
La voluntad divina quiere tu libertad, quiere que pidas y de este pedir se te dará. Pero no busca que pidas con la boca pequeña, te pide que seas capaz de pedir con los brazos abiertos a recibir desde la felicidad, desde el ananda y devenir cósmico y no desde la carencia, en ningún caso desde el sufrimiento.
He de por lo tanto, rendirme por completo a la idea de mi propia salvación, he de rendirme a la idea del perdón individual y colectivo, para realmente poder ver este perdón con libertad.
Sólo desde ahí adopto la unión al todo, a través de la redención absoluta a la misma rendición puedo fundirme con lo absoluto, puedo ser aquello que ahora creo no ser, pero que ya soy. Trascender la polaridad de Neptuno implica una doble dosis de Neptuno. Todo ello no desde la carencia, jamás desde el dolor, sino desde la verdadera dicha y abundancia y la consciencia de estar plenamente conectad@ al todo, y de que que la separación es una mera ilusión de mi ego... cuando el Todo quiere abarcarme.
"Pero quien beba del agua que yo le daré, ya no tendrá sed jamás, pues el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en manantial que brote para la vida eterna"
Juan 4. 13-14.
Nazaret Hermida, Astróloga, profesora de yoga y Terapeuta.